Actor, no actúes el actor, actúa el personaje....



               Actuar, nos pasamos la vida actuando sin apenas saberlo. En la profesión de actor creo que hay algo que a veces ocurre.  A mi me ha ocurrido y me ocurre y es agotador y poco interesante.  Y lo veo con mucha claridad en algunas casos.  Qué cansado es actuar la idea de nosotros mismos que acarreamos a diario, y en el caso de la actuación y de los actores y actrices que cansado acaba siendo actuar al actor. Creo que en el bello arte del Teatro una de sus partes más sombreadas acaba siendo esta. Quedarse pegado al personaje del actor, entonces uno acaba hablando de lugares comunes, haciendo como qué, cayendo en estereotipos aburridos y superficiales.  Por no hablar de los dramones inherentes al  propio actor. El famoso y rídiculo todo por un sueño. O los casos extremos de meterse y vivir experiencias  en nombre del personaje para entenderlo, experiencias dañinas que se viven o se quieren vivir en nombre de otra cosa que es bastante opuesta a la actuación sana y artística. En nombre de la actuación. Sacrificios estúpidos por sacar brillo a una máscara en muchas casos completamente ridícula.(¿Qué máscara no lo es?).  Claro que no es fácil. Pero me parece importante reflexionar sobre esto, también porque la mayoría de personas interesadas en la actuación como trabajo profesional ni siquiera se han planteado que puedan existir  otras maneras de entender la interpretación y el oficio.  Maneras diferentes a la actuación más aristotélica, no tan pegadas a la identificación pero también con mucha verdad en sus propuestas.  Se trata del oficio de la actuación y de como cada uno se relaciona con eso. Pero ¿qué ocurre cuando es otra cosa, otro asunto el que empieza a tomar el mando? . El mundo del Teatro y el Cine es un mundo mágico y también lleno de trampas. Existe una gran dosis de vanidad y superficialidad en todo esto de la farándula. Y es una parte sombreada y un fantasma que tiene la profesión. Un fantasma que no debe pasarse por alto. En general todo el mundo necesita actuar, actuamos en nuestras vidas, llevamos nuestras ideas e imágenes de nosotros mismos muchas veces al límite por fantasías infantiles, heridas, cobardía, y muchas otras cosas más.  Se podría decir que el ser humano tiene una tendencia natural a la impostación para evitar según que cosas, pues en el caso de los actores  más aún, no conozco a ningún actor que no ame profundamente actuar.  Entonces uno se sorprende haciendo escenitas o idéntificándose sólo con ese actor que se piense que es. No hay nada más rídiculo y pernicioso para el arte de la actuación que creerse actor, porque para que uno se crea actor hace falta muy en el fondo no permitirse dedicarse al arte y a la actuación , porque uno que necesita actuar al actor todo el rato y las veinticuatro horas de su vida en el fondo necesita defender su imagen de actor. Y aquí en mi opinión empieza el lío.

          ¿Por qué defender o luchar por las vanaglorias de esa imagen? Cuanto tiempo valioso y malgastado en defender imágenes de nosotros mismos . ¿No será que estamos muy sujetos a lo que se supone que un actor debe ser?¿ No será que le estamos pidiendo al propio oficio del actor cosas que no nos puede dar? Entonces empieza el show de las plumas. Empieza uno a pensar en como debe actuar, ¿con quién relacionarse? Que comentarios de moda decir, sobre que temas ahondar. Ese comentario que te da el regustillo de o la reafirmación constante de "soy actor" . Que rídiculo. Y que triste.  Y en mi opinión nos perdemos lo importante que el Teatro puede ofrecer al mundo.  El espíritu creativo es necesario, alimentarlo y cuidarlo como una llama preciada. Sobre todo en estos tiempos de éxito, vanidad y de acción frenética. 

         Para mí creo que es un círculo vicioso muy difícil. Creo que generalmente la personas interesadas en el oficio de la actuación sienten una vocación profunda, sienten la  fuerza de la creatividad dentro de ellos como un torrente esperando a ser liberado y encauzado hacia una obra de arte. Hacia la vida misma. Por la propia frustración e impedimentos que el mundo trae consigo hoy, lo que empieza siendo un acto puro, creativo  y generoso de dar, acaba muchas veces convirtiéndose en un laberinto interminable de vanidad y pretensión frenética y febril. La imagen está en juego. Es como si la idea de lo que soy en el arte fuera  puesta en evidencia por la frustración y la precaria situación cultural.  Alejándonos tristemente de esa búsqueda primera, ese germen, esa llamada. Cuando esa llamada es hermosa y pura. Pero ¿qué ocurre cuando esa llamada se produce en nuestro mundo tal y como está conformado actualmente?. En un mundo que está hecho para dormirnos y matar lo creativo desde edades tempranas. Lo primero es que uno se encuentra con el dolor de cara. 
El dolor de mirar en que se ha convertido el oficio de la actuación hoy, a qué sirve y  como está el sector.  El dolor de mirar de frente que muchas de las producciones y trabajos que existen están hechos para seguir durmiéndonos y alejándonos cada vez más de nuestra responsabilidad como artistas que usan espejos para hablar de los males de la sociedad y del mundo. 

           ¿Qué hacer con esta llamada en un mundo enfermo que  como diría Claudio Naranjo se dirige a su extinción  en un barco que ya está naufragando?. No hay trabajo, el mundo del arte y el Teatro siempre fue un mundo de precariedad. Es un panorama desolador, ¿qué hacer con ese amor al acto creativo en sí, de coger el corazón  y ponerlo al servicio de contar una historia? Estamos a acostumbrados a mirar y a buscar fuera todo lo que necesitamos,  con una vocación tan íntima y bella uno corre el peligro de sentir que no lo merece porque no encuentra la oportunidad   y el espacio para poder desarrollarlo, porque ya lleva tropecientos castings,  tropecientas entrevistas con representantes, y un dineral gastado en books con fotógrafos de renombre y la cosa no parece cuajar, o cuaja, pero luego se disuelve poniendo en evidencia el sueño y la ilusión  de la trampa en sí misma.  Entonces, uno busca seguridad, busca afirmarse en un mundo que como diría Bauman es líquido y cambiante. Es como mirarse en un espejo vacío y roto de antemano.   No hay cosa peor. Buscar la afirmación fuera en tiempos en lo que se necesita es volver a mirar dentro.  La sombra y el fantasma y la idea de actor empieza cobrar demasiada importancia, empieza a llevar las riendas obviando lo que realmente es importante. ¿Para qué hacemos todo esto? Cuantas producciones hechas, cuanto Teatro vacío y sin sentido, cuanto esfuerzo tirado a la basura en nombre de la acción frenética, en nombre del "tengo que hacerlo por que es lo mío y si ni lo hago no soy esto, luego entonces hago lo que sea con tal de ser esto". Que cansado y que terrible.  Esta actitud nos mata a todos y es una pena.    

        En mi opinión se necesita ampliar miras, estamos demasiado acostumbrados a entender la actuación sólo de una forma. Quedan territorios por explorar, siempre. Hay muchas y diferentes maneras de investigar. Lo importante es seguir pintando. Con conciencia y verdad. Con gozo y alegría.  Alimentar el espíritu creativo y seguir trabajando. Y actuar es maravilloso, apasionante y un misterio. Pero hay algo más apasionante y rico y es actuar más en el  escenario y menos en la vida, poner allí el corazón, el alma y los demonios y hacer un lindo cuadro. 



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