"Los amigos de Dios, de locos e inadaptados..."

    No sé donde leí o escuché esta vieja idea de que las personas con una evidente y definitoria locura o límite estaban más cerca de Dios, se les llama los amigos de Dios por la contundente obviedad y la inocencia tan pura  y en ocasiones hiriente y desnuda de su ser.  En verdad  yo así lo creo.  Los locos y los inadaptados siempre han llevado el rol de raros y extraños, eran los tontos del pueblo , los locos y los que no caminan en una tierra igual a la nuestra.  A lo largo de la historia la vida ha inventado palabras para tratar de definir lo indefinible, como siempre,  por otro lado. 

    Los tontos del pueblo y los inadaptados han ido venciendo viejas palabras para encontrarse con otras nuevas. Pero siempre necesitando por parte de los que miran una palabra, ESA palabra que al definirlos les dejaba tranquilos  y  más cómodos fuera del territorio de lo que no se puede definir. Ha sido  y es en acto de arrogancia por parte de la sociedad en la que vivimos y también por el lado práctico y utilitario el  principal objetivo etiquetar y poner nombre a este tipo de "vidas". Por ello los tontos y locos del pueblo son llamados ahora "discapacitados". Es necesario crear una distancia para  proteger el normal funcionamiento de nuestro sistema de socialización vendiéndolo como una manera de integrar lo que ya está integrado "per se" en la vida. Es entonces cuando  se enarbola una bandera de etiquetas aparentemente menos cruel y más abierta hacia la diferencia. Lamento percibir que este acto de nombrar y seguir nombrando sólo engrosa  más el hecho de tratar de entender lo que no pide ser entendido, sino escuchado. 

    Creo que es necesario empezar a asumir el asunto desde la humanidad y dejar a un lado la racionalidad y los conceptos para definir lo "no comprensible".   Y no hablo de caer en este positivismo absurdo que invita a negar la vida sino a meterse dentro del melón, ya abierto hace tiempo. Claro que las personas con límites y discapacidad necesitan de un cuidado concreto durante toda su vida, pero justamente lo que menos necesitan es esa estúpida ola  positivista de negar lo obvio, que para mi es una forma de perpetuar el sufrimiento de sentir la diferencia. Basta de menajes de no existe la discapacidad y somos todos iguales, no. Cada cual con lo suyo . Cada cual con su cruz y con su gloria. Y  las personas con discapacidad no son menos.  ¿Por qué nos cuesta tanto rendirnos hacia lo evidente? . 


    A la hora de mirarnos somos personas únicas y genuinas y a la vez sin diferencias ni tamices entre nosotros.  Y esto mismo es aplicable al mundo de la discapacidad pero si se aplica en ningún caso será a través de la negación. La ventana no dejará de estar rota por el hecho de que la mires como si no estuviera rota y esto es algo que desgraciadamente se promulga mucho entre estos colectivos. 

¿Por qué? ¿Por qué esa necesidad de seguir alejándose de lo evidente? ¿Pata evitar la responsabilidad de hacernos cargo de como miramos ? Puede ser. Entonces no queda sino empezar a abrir los ojos ante otras realidades sin tratar de negarlas, maquillarlas o edulcorarlas con discursos  baratos. 

    La dignidad empieza con los límites y la sencillez de mirar lo que hay con amor, y aunque cueste y sea difícil creo que es necesario  mirarlo con todos los ojos del cuerpo y el alma . Para soltar viejos conceptos e ideas sobre lo acontecido que no hacen sino perpetuar la dinámica de sufrimiento que existe en toda familia en una situación así.   Salir del rol de víctimas y salvadores dignifica a la persona con discapacidad y nos acerca más a nuestra propia verdad con nuestros propios límites y dificultades.







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